Según datos recogidos por la Organización Mundial de la Salud en diversos estudios realizados
desde 2001 a 20131, y a pesar de los diferentes criterios diagnósticos y tipologías existentes, se manifiestan características comunes que aparecen en todos los estudios realizados, y que muestran que los trastornos mentales son comunes y pueden afectar a cualquier persona en alguna etapa de su vida, en todas las edades y nacionalidades y tienen una distribución mundial.Tras la desaparición de los “manicomios”, en la década de los 80, las personas con enfermedades mentales allí tratadas, que habían cometido algún tipo de delito, han ido engrosando las estadísticas penitenciarias, convirtiéndose las cárceles en un recurso alternativo para estas personas. El negativo impacto psicológico sobre la salud que conlleva per se la privación de libertad, se manifiesta en estos pacientes en una elevada prevalencia de suicidio. Existe, además, una íntima relación entre la enfermedad mental asociada a un mayor consumo de sustancias tóxicas, lo que aumenta a su vez, la probabilidad de suicidio. La elevada prevalencia de enfermos mentales en los centros penitenciarios ordinarios es un problema que se viene constatando desde hace muchos años. Por otra parte, estudios realizados en los años 90 a nivel mundial en población penitenciaria concluyen que, la probabilidad de padecer un trastorno psicótico o depresión grave, es entre 4 y 6 veces superior en las personas encarceladas respecto a la población general y que, la probabilidad de ser diagnosticado de un trastorno antisocial de la personalidad, es 10 veces superior. La figura del enfermo mental en prisión en España se contemplaba en los Códigos Penales de 1848, 1850 y 1870 como “el imbécil y el loco”, pasando los Códigos de 1928 y 1932 a destacar la figura del “enajenado”, asociándolo con las medidas de seguridad, como protectoras de la sociedad que no le considera voluntariamente culpable, pero sí socialmente peligroso. El incremento durante las últimas décadas de personas con enfermedad mental que se encuentran privadas de libertad, convierte esta situación en un problema de salud pública, que afecta al conjunto de la población. Esto supone un problema complejo que afecta a todos los países europeos y que se ve reagudizado por la carencia de centros y recursos específicos no penales, que puedan prestar una asistencia adecuada a este tipo de enfermos. En esta exposición trataré la evolución histórica del concepto de enfermo mental y persona delincuente durante los siglos XIX y XX, introducida por los primeros médicos alienistas y frenopáticos; la reforma del Derecho Penitenciario en los aspectos ligados a la sanidad penitenciaria; a la propia organización de la Institución Penitenciaria y a las condiciones de vida de la población reclusa. También me referiré a la creación de los primeros hospitales psiquiátricos penitenciarios destinados a alojar a “locos delincuentes” y la situación actual de la sanidad penitenciaria. Posteriormente, trataré de la problemática planteada por los enfermos mentales privados de libertad y las repercusiones negativas que, de dicha patología, se derivan hacia la sociedad y hacia el propio paciente, así como posibles estrategias de intervención.
Curriculum Dª Isabel García.pdf