Al comienzo de la década de los 80 del pasado siglo, mientras disfrutábamos de la llamada “pax antibiótica” y en la creencia de que las
enfermedades infecciosas eran un penoso recuerdo del pasado, en el país más desarrollado del mundo, aparece una enfermedad mortal que afecta a personas jóvenes, resultando tener origen vírico y ser contagiosa (VIH). La comunidad científica se muestra sorprendida, al comprobar el pronóstico letal y la inexistencia de fármacos éficaces. Pronto se conoce que muchos de los infectados son homosexuales y/o drogadictos…
Con independencia de las connotaciones clínico-asistenciales e investigadoras, desde su comienzo, el SIDA actua como un potentísimo “catalizador” para el desarrollo y la puesta al día de la Ética Biomédica. Rápidamente surgen serios dilemas de naturaleza bioética: privacidad, confidencialidad, miedo al contagio (estigmatización, rechazo, marginación y abandono), elección del lugar apropiado para la dispensación de una atención médica digna, formación del personal sanitario para evitar su contaminación, información a terceros, equidad en el tratamiento paliativo, financiación del gasto generado, etc.
Transcurridas varias décadas, asumidas las medidas protectoras universales, conseguido con los antirretrovirales que el sida sea una enfermedad crónica y avanzada la investigación para el hallazgo de una vacuna eficaz, surge una nueva alarma sanitaria internacional, a causa de otro virus, el del Ébola, conocido desde hace 40 años en el continente africano y causante de una alta mortalidad: 11.000 fallecidos de los 30.000 infectados.
Cuando empiezan a verse afectados ciudadanos occidentales y la población en riesgo somos todos, los países más avanzados reaccionan y adoptan una serie de medidas de salud pública, epidemiológicas, asistenciales y legales.
Es oportuno analizar, con criterio crítico y desde el punto de vista ético, la experiencia adquirida tras las decisiones tomadas, su oportunidad y acierto, lo que se hizo, lo que se pudo haber hecho y lo que no se debió hacer, así como los resultados que se obtuvieron.
Lo anterior, con vistas al adiestramiento y competencia resolutiva frente a posibles nuevos brotes epidémicos, con éste u otro agente patógeno, en persecución del mayor bien para la seguridad y el mejor tratamiento de los pacientes y de la población en general.
El Dr. D. Rafael Pacheco Guevara, murciano de Lorca, es Doctor en Medicina y Especialista en Medicina Interna y Medicina Legal y Forense. Diplomado en Dirección Hospitalaria y Responsable de la Unidad Medicina Legal Hospital Reina Sofía. Es, asimismo, Presidente Comité Ético Asistencial del Área VII de Salud de la Región de Murcia (Hospital Reina Sofía) y Profesor Asociado de Medicina Legal y Ética en la Facutad de Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia.
Pertenece al Consejo Asesor Regional de Ética Asistencial “Dr. Gómez Rubí” de la Consejería de Sanidad de Murcia, así como al Comité de Ética de la Investigación de la Universidad de Murcia. Es también miembro del Centro de Estudios de Biooderecho y Ética de la Salud (CEBES) de la Universidad de Murcia.
Es Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia y Presidente de la Comisión de Recursos del Colegio de Médicos de Murcia.
Es autor de numerosas ponencias y comunicaciones oreales en los ámbitos de Medicina Legal, Bioética, Deontología Médica y Gestión Sanitaria. Ha escrito 3 libros, 12 capítulos en obras compartidas y 60 artículos en revistas médicas.
Fue Director Médico del Hospital Los Arcos (San Javier) y del Hospital General Universitario de Murcia, así como Director Gerente del Hospital Reina Sofía de Murcia.