La Medicina y el Arte han transitado paralelamente a lo largo de la Historia.
La Medicina, además de una ciencia, ha sido considerada un arte al ser empirismo y “ojo clínico” o conocimiento de la realidad del paciente en su aspectos biológicos, psicológicos y sociales, es decir, experiencia y sentido común. Corresponde por tanto a la ciencia de la incertidumbre y al arte de la probabilidad, según Osler. Tradicionalmente el médico ha sido considerado artista en una doble vertiente: cuando practica bien su oficio viendo al enfermo como un todo y tratándolo de forma personal, y también como interesado en las bellas artes y la cultura. Este ciclo tiene como objetivo fundamental intentar captar la “belleza” de la enfermedad a través de la interpretación de la patología representada en diversos cuadros. Objetivo apasionante, pues el intento de aventurar un diagnóstico basado exclusivamente, en el primero de los cuatro pilares de la exploración semiológica, es decir la inspección, supone un desafío “retórico” a una Medicina altamente tecnificada. Vamos a revisar el reflejo en la pintura de los médicos, hospitales, así como métodos y técnicas diagnósticas, y los grandes apartados de la patología: trastornos congénitos y hereditarios, metabólicos, vasculares, inflamatorios, neoplásicos, ambientales, dolor, terapias, etc.
Imagen:Icono de Odigitria. BerlinghieroBerlinghieri, 1230. Museo Metropolitano de New York